Todos los días aprendo cosas nuevas. Hoy acudí a clases de inglés y pude conocer a gente maravillosa que transmitía una radiante energía. Al final de la clase, uno de los muchachos que organiza la reunión nos dejó un mensaje sobre la fe:
“Si habéis llegado hasta aquí es porque desean aprender inglés. Deben tener fe en que lo van a lograr, ya que el inglés les abrirá puertas en todos los aspectos. Nunca se den por vencidos y sigan aprendiendo.”
La fe se considera una virtud teológica, un regalo divino que permite a los creyentes confiar en Dios. Pero, aparte de las religiones, la fe ha sido un pilar en la historia de la humanidad, influenciando culturas, inspirando obras de arte y dando forma a sociedades enteras. Así como la fe puede ser un motor para el crecimiento personal y la transformación, también puede inspirar a las personas a vivir de acuerdo con ciertos principios y a esforzarse por ser mejores individuos en esta sociedad que parece muerta en vida.
El Relojero del Pueblo
Había una vez un pequeño pueblo en el que cada oficio se heredaba de generación en generación. El hijo del panadero aprendía a hacer pan, el del herrero a forjar metal, y así sucesivamente. Entre ellos, había un relojero, cuyo arte había sido transmitido por sus ancestros.
Este relojero era esencial para el pueblo; mantenía en funcionamiento todos los relojes, incluyendo el gran reloj de la torre de la iglesia. Un día, el relojero recibió una carta que cambiaría su vida: había heredado una gran casa en la ciudad. Sin pensarlo dos veces, empacó sus cosas y se mudó con su familia, dejando al pueblo sin su habilidad única.
Al principio, los aldeanos estaban preocupados, pero con el tiempo, los relojes seguían funcionando y la preocupación se disipó. “Los relojes funcionan solos”, decían, hasta que los relojes comenzaron a fallar. Uno a uno, los relojes se detuvieron o se retrasaron, y los aldeanos los guardaron en cajones, olvidándose de ellos.
Todos, excepto uno, que amaba su reloj y, a pesar de que se retrasaba, lo ajustaba constantemente, mirando siempre el reloj de la torre de la iglesia para la hora correcta. Años más tarde, el relojero regresó, más sabio y experimentado. El pueblo se dio cuenta de que la fe en su oficio y la dedicación al mantenimiento de los relojes eran lo que realmente mantenía el tiempo en marcha.
Esta historia simboliza cómo la fe en algo más grande que nosotros mismos puede mantenernos en movimiento, incluso cuando las circunstancias cambian. La fe en el relojero es como la fe en las fuerzas divinas o en los principios que guían nuestras vidas: invisible pero esencial.
La fe puede ofrecer resiliencia frente a los desafíos de la vida. Puede ayudar a las personas a encontrar la fuerza para superar obstáculos y adversidades. Les deseo que siempre mantengan la fe y continúen evolucionando.